GENTE QUE NOS REFUTA
Hay algunas personas que han pensado que nuestra sensibilidad, nuestro gusto personal, estaba equivocado.
Nosotros les decimos que los disculpamos, no les guardamos rencor. Por el contrario, los invitamos a pasar, a hacerse amigos.
C.#60
"que pelotudez eso del Pri …
es como ir a ver Opera y salir comentando si estabas justo sentado debajo de la araña con luces del techo….. a quien le importa eso???"

jueves, 14 de abril de 2011

Arañas - (Martín Commenge)

No me gustan las arañas. Debo admitirlo, soy medio anti-insectos (¿Que las arañas no son insectos? Perdón, yo escribo, no estudio biología). Siempre recuerdo una anécdota de cuando era más pequeño que involucra a este inquerible artrópodo de 8 patas.
Estábamos en Córdoba, en tercer año de la secundaria, con todos mis amigos (y también mis compañeros de colegio, muchos de los cuales no eran precisamente mis amigos). Se trataba de una de las semanas más esperadas del año, ya que estábamos en nuestro campamento. Una vez al año, el colegio nos ofrecía la excelente oportunidad de irnos a acampar a algún lugar de nuestro querido país (Argentina, en este caso) todos juntos (chicos y chicas), con profesores del colegio, preferentemente de Educación Física. En el destino previamente seleccionado hacíamos todo tipo de actividades físicas, recreativas, culinarias, y muchas otras más.
En definitiva, allá por el 2003, nos tocó ir a Capilla del Monte, un pueblo cordobés cercano al tan mentado Monte Uritorco. El camping era lindo, había un río que lo cruzaba por el medio, y disponíamos de una gran extensión de verde (marrón en realidad, había más tierra que pasto) para recrearnos y “amigarnos” con la naturaleza.
Si bien nunca fui enemigo de la naturaleza, hay varios seres vivos con los cuales no tengo mucha afinidad. Muchos son bípedos y se hacen llamar seres humanos, pero no es este el caso. Todo tipo de insectos, artrópodos, bichitos que vuelan, pican, saltan, caminan o molestan, no son mis mejores amigos. Siempre odié la biología, por eso será que no aprecio tampoco a su objeto de estudio…
Entonces, un buen día de este “campamento”, nos despertamos y fuimos al “comedor” a disponernos para comenzar el día con un mate cocido y alguna que otra galletita dulce. En ese momento, ser “macho” era importante. A los 15 años, siendo medio gordito y medio nerd, la única manera de ganarte una mina, era ser macho. Durante ese desayuno, algo raro, increíble y bastante atemorizador pasó. Por la puerta entró la araña más grande que yo jamás haya tenido la desdicha de ver. En mi cabeza se batieron a duelo mi miedo contra mi masculinidad. En cámara lenta vi las ocho patas corriendo por todo el comedor, las chicas subiéndose a los bancos y gritando, y algunos pocos chicos, valientes, intentar agarrar la araña para sacarla del comedor, o, en su defecto, matarla. Yo, en mi cabeza, me debatía entre ser como las chicas o ser como los valientes… Si le preguntan a algún testigo ocular del hecho seguramente dirá que me quedé parado en el lugar, en estado catatónico y que no hice ni lo uno ni lo otro. Yo, la verdad, prefiero no recordar…
¡Uy! ¡Perdón! ¿Tenía que hablar de las arañas colgantes? ¡Esas no las odio! Es más, me gustan. Y si puedo sentarme abajo de alguna, ¡mucho mejor!

1 comentario:

  1. Pri! Perdon, ya se que el texto es mio jajaja, pero bueno... no puedo evitarlo

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