GENTE QUE NOS REFUTA
Hay algunas personas que han pensado que nuestra sensibilidad, nuestro gusto personal, estaba equivocado.
Nosotros les decimos que los disculpamos, no les guardamos rencor. Por el contrario, los invitamos a pasar, a hacerse amigos.
C.#60
"que pelotudez eso del Pri …
es como ir a ver Opera y salir comentando si estabas justo sentado debajo de la araña con luces del techo….. a quien le importa eso???"

jueves, 7 de abril de 2011

Ignacio Veracruz - (Rodrigo G.)

Cruza Pancho la calle, ya es de día, por fin todos los velorios han terminado. El sol del domingo calienta las veredas y silencia a los borrachos. Se escuchan gritos pelados, peladísimos por el callejón de la Virnacha. En Pueblo Cántaro son risas comparadas a las de la batalla de Tortuaz en el 57, o a la balacera de ayer a la tarde. Hay sangre aún, y hay algunas moscas pero ya se irán, ya se irán como también lo hicieron esas ratas del Cartel de Horacio ayer a la tarde.
-¡Mirasoles, mirasoles de los ángeles huerfanitos! ¡Demonio, diablo injusto!
-¡Cállese, cállese ya vieja!. Le ordena a una de las monjitas. 
El paso rengo, el dolor disimulado, el sombrero suelto. Camina lento, ni trinfal ni derrumboso, camina, con el polvo soplándole la piel, con el sudor oloroso del mal dormido. Con la anestesia de un frotamiento de alcanfor en sus tobillos. Camina cruzando la calle rumbo a la Iglesia de la Congregación del Santo Cántaro, allí donde todos acusan, donde nadie arroja la piedra y se la acostumbra a guardar con rencor para siempre.
Allí va Pancho, el Superpancho para los chiquilines que lo tienen de héroe. Un mal ejemplo, un mal necesario, que las cosas no desean sus madres que se arreglen con la muerte.
Claveles por todos lados, de los entierros, barridos hasta las acequias ruedan por la calleja empedrada en el verano calcinante, y se mezclan con el vaho de los melones podridos, que han quedado amontonados, todos explotados, ahí en la esquina de la frutería que tampoco  se ha salvado de las balas. Y las moscas que siguen revoleando su peste por el aire y se empecinan con la sangre coagulada que hay hasta arriba de los árboles.
¿Cuándo vendrá la lluvia, cuando llorarán los santos de una vez para lavar toda esta culpa que ensucia Pueblo Cántaro? Antes éramos una isla en el desierto, ahora se nota que no estamos solos. Somos como un archipiélago de poblados que sufren el mismo espanto. Fue el mes pasado Jeliscallo y será Puerto Marta mañana, si no lo agarran a ese villano antes de que escape al mar. ¡Cuántos cómplices escondidos que teníamos de vecinos! y uno sin sospechar nada, compartiendo la risa y los goles del Cuauhtémoc Blanco por la radio.

Entra a la iglesia Pancho, y espanta con su paso a los  fieles de los últimos bancos, y a las ratas y a las palomas. Y no llora, tiene el alma ya vacía, se han muerto los hermanos del poblado, y ha matado a los que no supieron amigarse con la verdad. Ahora que lloren, que lloren los confundidos, que no lo reconocen, que no ven quien ha con el mal terminado.
El cura  lo mira, sin el odio de los hombres, sin la dádiva del mortal. Se le acerca,  con la bata que le ha regalado el Obispo, de rojo terciopelo carmesí, como su orgullo de alcurnia. Se pone de rodillas y le concede al que ha salvado al pueblo, que la pide aunque no la necesita,  su merecida confesión.

4 comentarios:

  1. Me gustó lo de los goles del Cuauhtemoc blanco.
    saludos

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  2. Gracias Gaitán igual es raro todo esto, porque yo tire la consigna y fui el unico que escribi, hasta parece preparado y todo.

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  3. Es que las condiciones se las traian...
    Tu cuento me ha gustado, aunque no se si lo acabé de entender.

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  4. La prox hacemos algo mas simple, tenes razon.

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